No dejes que el estrés te arrastre

Almudena Lobato - Psicología para tu vida

“Un hombre en calma es como un árbol que da sombra.

Las personas que necesitan refugio se acercan a él”,

Toba Beta

Vivimos en un mundo rápido, hiperconectado, exigente, donde a menudo se nos pide, o nos pedimos, el mil por cien, donde todo es “para ayer”, donde “querer es poder”, donde “además de serlo hay que parecerlo”… Vivir así resulta agotador.

Nuestro cuerpo está preparado para resistir de forma momentánea y concreta, una alta demanda y exigencia y tiene la capacidad de llevar en las espaldas niveles elevados de estrés. Tenemos un gran resistencia y la capacidad de brillar ante las demandas y los desafíos cotidianos e incluso excepcionales. Pero una cosa es una situación concreta, puntual y excepcional, con una duración limitada en el tiempo, y que implica un sobreesfuerzo y otra, una demanda continua que llega a convertirse prácticamente en tu estilo de vida y que no no te deja, literalmente, ni parar para respirar.

Vivir así cada día, la mayor parte del tiempo, casi todos los días… tiene un precio muy elevado, tanto física como mentalmente. No eres una máquina, y cuando el estrés se mantiene muy alto de forma continua, afecta a tu bienestar, a tu productividad y a tu salud.

Sentir estrés no es algo negativo. Forma parte de la vida y es necesario para sobrevivir y para afrontar la mayoría de las situaciones difíciles y/o potencialmente peligrosas. El estrés por tanto es una respuesta de ansiedad necesaria para situaciones que requieren de una respuesta de emergencia y consiste en un importante aumento de la activación fisiológica y cognitiva (pensamientos).

De hecho, un estrés bien gestionado (eustrés) te permite disfrutar, ser más creativo, más productivo, más rápido, más ágil mentalmente y sentirte con más energía y capacidad. Es el estrés mal gestionado (distrés), el que lleva al agotamiento y al malestar, ese tipo de estrés es el que hay que aprender a manejar y disminuir.

Si al exceso de exigencia del entorno, además le unes tu propia exigencia y perfeccionismo excesivo, y le sumas el no respetar tu propio descanso o no disponer de hábitos saludables, entonces ya tienes el caldo de cultivo para que el estrés se desborde, y de lugar a la aparición del distrés.

¿Cómo saber si tienes síntomas de distrés?.

Lo primero que notarás es que dejarás de disfrutar incluso de aquello que te gusta mucho, y comenzarás a sentirlo como una pesada carga. Así, ante muchas situaciones comunes y cotidianas, comenzarás a sentir “ya no puedo más” junto a la necesidad imperiosa de desear parar y descansar pero sentir que no puedes hacerlo porque “no puedes parar” y “tienes demasiadas cosas que hacer”, dejando tu descanso para luego o sintiéndote culpable por parar o descansar. Tu ánimo irá cambiando, comenzarás a sentirte triste a veces, irritable, malhumorado, a darle muchas vueltas a la cabeza, a sentirte desconfiado de los demás, quizás te llegue a afectar al sueño y a tu alimentación, puede que notes tensiones  y dolores musculares… Esa es la forma  en la que tu cuerpo trata de decirte, ¡PARA!. Y si no paras, comenzarás a somatizar (notar síntomas físicos) y a sentirte “como enfermo”, te costará concentrarte, memorizar, prestar a atención… y si no paras… Tienes que parar, tu vida y tu salud son importantes.

Que duda cabe que es importante asumir responsabilidades y comprometerse, pero cuando permites que tus responsabilidades te coman, ENFERMAS, sí lo has leído bien. El estrés continuado y mal gestionado está relacionado con la enfermedad.

Lo fácil es culpar a las circunstancias, a los otros, al jefe, a la empresa, a que tengo niños muy pequeños, a que no tengo ayuda, a que si yo no lo hago no lo hace nadie… Y muchas veces eso es así y forma parte de tu (nuestra) realidad y muchas veces, cierto, no es nada fácil de gestionar. Es importante parar y analizar qué sucede y salir de la rueda del piloto automático o de aguantar como única opción. A menudo requiere de tomar decisiones, de decir ¡basta!, de pedir ayuda o de aprender a afrontar lo mismo de otra manera.

Pon tu foco en aquello que sí puedes hacer, pero sobre todo llega a un acuerdo contigo mismo, es hora de cuidar también de ti, tú también eres importante.

Ten muy presente que para que todo esté bien, tú tienes que estar bien, y que es importante que pienses en ti, que te cuides, que procures tu bienestar y que pongas los límites necesarios.

“Practico mantener la calma todo el tiempo, a partir de situaciones que son tensas”,

Martha Beck.

Pautas para afrontar el estrés.

Aunque cada caso es particular y tiene unas circunstancias muy concretas, hay algunas recomendaciones que pueden ayudarte a gestionar tu estrés (distrés):

  • Descansa lo suficiente. No dormir las horas necesarias o no tener los descansos necesarios a lo largo del día, conlleva que aparezcan niveles más elevados de estrés. El descanso es fundamental para mantener el equilibrio del cuerpo, sentirnos más contentos y ser más productivos.
  • Sigue una alimentación equilibrada. Pasar demasiado tiempo sin comer, saltarte comidas, comer demasiado rápido, comer alimentos poco sanos, comer de pie… se relaciona con niveles más elevados de estrés. Come sentado, con tiempo suficiente para saborear la comida, mastica despacio y sigue una dieta variada y equilibrada, en la que evites o disminuyas el consumo de estimulantes, como la cafeína y la teína (té) y el consumo de alcohol.
  • Practica deporte. El ejercicio físico es uno de los mejores relajantes naturales que existe, además de aumentar el estado de ánimo. No es necesario que te conviertas en triatleta, comienza por salir a andar un mínimo de tres veces por semana y subir las escaleras. Y si haces más deporte, pues muchísimo mejor.
  • Revisa tu forma de gestionar tus tareas diarias. ¿Crees que la forma en la que te organizas te lleva al desorden y al estrés?. Busca formas eficientes de organización, ponte objetivos realistas, prioriza adecuadamente, planifica, incorpora periodos de descanso, establece tiempos de no interrupciones, ponte un horario razonable (sobre todo para terminar) y usa una agenda.
  • Di NO. Una cosa es ayudar y otra diferente tratar de resolverle la vida a los demás, asumir sus responsabilidades o no tener en cuenta tus necesidades. Pon primero en orden tu vida.
  • Revisa tu perfeccionismo y alto nivel de exigencia. No consiste solo en enfocarte en la meta y olvidarte de todo, incluyéndote a ti. Tan importante como hacer, es hacerlo desde la estabilidad y el equilibrio.
  • Trabaja tu respiración. Medita, haz ejercicios de respiración abdominal, practica yoga o pilates… Cualquier actividad que te ayude a reducir tu frecuencia respiratoria y calmar la mente te ayudará a disminuir tu nivel de estrés.
(Te animo a que practiques este ejercicio varias veces al día: Una pausa para Respirar.)
  • Comparte tus preocupaciones. Déjate ayudar y apóyate en los demás cuando lo necesites, no eres un superhéroe. Todos necesitamos en determinados momentos unos de otros.
  • Proponte retos que te motiven. Deja de verlo todo como una pesada carga. Recupera el por qué y el para qué de lo que haces, encuéntrale el sentido, siéntete útil,  y tiende a la mejora continua.
  • Comparte de forma positiva con otras personas. Compartir, reír, disfrutar, salir de la rutina y rodearte de personas con las que te sientes bien es necesario de vez en cuando. Busca ese ratito para compartir en familia o pareja, cuidar de tus amigos y disfrutar junto a ellos.
  • Toma decisiones. No todo depende de ti y a veces hay otras personas involucradas. Informa sobre qué te sucede, pide soluciones para situaciones que requieren de la decisión de otro para mejorar, toma tus propias decisiones sobre personas y entornos que no tienen en cuenta tu bienestar, genera alternativas si es posible. Decide donde sí y dónde no, con quien sí y con quien no, cuándo sí y cuándo no.
  • Pide ayuda. Si sientes que no puedes con todo déjate ayudar y si es necesario recurre a un profesional de la Psicología. (Puedes pedir tu cita aquí)

Solo se vive una vez, decide cómo quieres vivir, ¿contigo o por encima de ti?.

Cuida de ti para cuidar todo lo que te importa,

cuida de ti porque te importas.


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¡Hola! Soy ALMUDENA LOBATO, fundadora de Psicología para tu vida.

Te doy la bienvenida a Psicología para tu vida, un espacio para tu desarrollo personal y profesional.

Eres BIENVENIDO/A al camino que te llevará al mejor lugar del mundo, .

Puedes volver aquí siempre que quieras y desees encontrarte contigo y cuidarte. En esta pequeña-gran TRIBU que formamos, hay un lugar especialmente reservado para ti. Deseo que te sientas como en tu CASA.

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